JORGE PÉREZ-CALVO NOS HABLA RE LA RELACIÓN ENTRE ALIMENTACIÓN E INFECCIONES
Desde la concepción fisicoenergética, si la condición de la célula es yin, es fácil que se descomponga. En realidad, una infección no es sino un proceso de descomposición de un tejido que ha podido generarse gracias a que esa zona del organismo está, por la razón que sea, falta de energía, de vitalidad, de fuerzas contractivas y coherentes, de yang. Si hace frío y tomamos productos muy expansivos y fríos —refrescos, zumos de frutas, pasteles, etc.—, nuestro organismo y en especial la zona pulmonar se desvitaliza o, lo que es lo mismo, pierde energía, con lo que se convierte en terreno abonado para la gripe o las infecciones respiratorias. Asimismo, si tenemos la punta de un dedo inflamada debido a un golpe y comemos alimentos yin o expansivos, dispersantes de la energía y de escasa coherencia —grasas, fritos, azúcar, refrescos—, será más fácil que esa zona se infecte. Si, en cambio, tomamos alimentos poco grasos, que dejen pocos residuos y que tonifiquen la energía, como mijo, raíces, kuzu, tamari, sal marina, arroz integral, algas, sopa de miso, será difícil que el dedo se infecte. Para explicar cómo la naturaleza contractiva o expansiva de los alimentos que tomamos influye en las células y los tejidos, acudiremos a un ejemplo: si dejamos una manzana o un melocotón bien hermosos encima de una mesa, a los tres días lo encontraremos enmohecidos. Por el contrario, si dejamos abierto un paquete de arroz integral, al cabo de una semana el arroz permanecerá igual. En el caso de una zanahoria, tras unos días la encontraremos arrugada pero no enmohecida. Los alimentos reaccionan de una forma u otra en función de la cantidad de energía vital y coherente que son capaces de acumular y mantener. Y lo mismo ocurre con las células. Por ejemplo, uno puede desarrollar candidiasis cuando no dispone de suficiente energía digestiva —energía celeste, yang, centrípeta, productora de temperatura* y coherente— y toma fruta o azúcar después de comer. Esa fruta mal digerida fermenta en los intestinos y puede facilitar la formación de micosis. La energía expansiva y desvitalizadora de esos productos afecta a la flora intestinal, desvitalizándola, yinizándola y propiciando la aparición de microorganismos patógenos. Reacciones similares se producen en el resto de los tejidos. Para que se produzca una infección, la desvitalización y yinización del tejido debe combinarse con calor, humedad y acidez en los tejidos. A este respecto, conviene saber que la causa principal de que se genere calor húmedo —y, por lo tanto, residuos metabólicos y toxinas— es la debilidad del bazo, la debilidad del fuego interno digestivo. Éste debe estar siempre fuerte. Extracto del artículo sobre las infecciones que se puede encontrar en la sección Biblioteca, http://www.nutricionenergetica.com/biblioteca/6-aplicaciones-terapeuticas-de-los-alimentos-68-infecciones